domingo, 10 de abril de 2016

El consejo solamente tendrá valor si estás dispuesto a seguirlo.


Cuando estés con dificultades en cualquier asunto, recorre a una persona más experimentada, más bien equipada, pidiéndole ayuda y orientación. Sin embargo, no lleves tu propia opinión, intentando probarla verdadera.
Escucha con cuidado, reflexiona y, después, toma la decisión que te parezca más acertada. Por otro lado, no hagas oídos sordos a las orientaciones y consejos que te den o que busques.
“Examina todo y reten lo que es bueno”, enseña el Apóstol, en nombre del Bien.
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Nadie resolverá tus problemas si no te dispusieras a enfrentarlos y solucionarlos.
Encontrarás quien te preste una suma, a fin de rescatar una deuda. Entretanto, el débito permanece, habiendo, solamente, cambio de acreedor.
El amigo puede tornarse un cireneo junto a ti, pero la cruz es personal, y cada criatura tiene el deber de conducirla hasta su calvario libertador. De esta forma, no sobrecargues a tus afectos con tus quejas, reclamaciones y problemas.
Busca analizar tus problemas, uno cada vez, hasta vencerlos todos.
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Si tu palabra no tiene el objetivo de ayudar, no la presentes para criticar.
Hay dos tipos de comportamiento: el de aquellos que hacen y el de aquellos otros, que están de espectadores, apuntando errores, criticando, atormentando la vida de las personas.
Haz cuanto te sea posible, sin esperar aplauso, no temer pedradas. Tórnate miembro del grupo que opera y habla con el objetivo superior de ser útil.
Si los que dicen saber cómo se hacen las cosas dejasen de opinar y las hiciesen, el mundo, cambiaria de aspecto.
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No te aísles, en el círculo social donde te encuentres.
La soledad aconseja mal.
Quien se aparta de la convivencia familiar, del trabajo, de la comunidad, se perturba.
La fuga del mundo genera distrofia de la razón, presentado una visión desenfocada al respecto de las personas y de las cosas.
Los hombres existen para vivir en sociedad, ayudándose recíprocamente y aprendiendo unos con los otros.
En la lucha diaria y en la actividad humana se compara los valores, que se deben desarrollar y perfeccionar.
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Piensa en términos de vida eterna.
La muerte es solamente un vehículo para la mudanza de domicilio.
Cuando los tejidos físicos se gastan o se rompen violentamente, liberan al Espíritu eterno, que retorna a la Patria Espiritual.
Todo se transforma. El cuerpo se altera y se descompone, yendo a vitalizar a otras expresiones materiales.
Ya el ser espiritual que en él habita transitoriamente, lo deja para asumir su realidad estructural. Vive, por tanto, considerando que la muerte puede alcanzarte en cualquier momento, debiéndote preparar desde ya para el viaje inevitable.
Espíritu Joanna de Ângelis
Médium Divaldo Pereira Franco
Extraído del libro “Vida feliz”
Fragmento por Jacob

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