viernes, 8 de abril de 2016

ANGEL DE LA GUARDA



489. ¿Hay Espíritus que se apegan a un individuo en particular, con el objeto de protegerlo?
- Sí, el hermano espiritual. Es el que llamáis Espíritu bueno o genio bueno.

490. ¿Qué se ha de entender por “ángel de la guarda”?
- El Espíritu protector de un orden elevado.

491. ¿Cuál es la misión del Espíritu protector?
- La de un padre para con sus hijos: conducir a su protegido por la buena senda, ayudarle con sus consejos, consolarlo en sus aflicciones, sostener su valor en las pruebas de la vida.

492. El Espíritu protector ¿está apegado al individuo desde el nacimiento de éste?
- Desde su nacimiento hasta su muerte, y con frecuencia le sigue después de ella en la vida espíritu, e incluso durante muchas existencias corporales, porque tales existencias no son sino fases muy cortas con relación a la vida del Espíritu.

493. La misión del Espíritu protector ¿es voluntaria u obligatoria?
- El Espíritu está obligado a velar por vosotros porque aceptó esa tarea, pero le cabe elegir a aquellos seres que le son simpáticos. Para unos es un placer. Para otros, una misión o deber.

493 a. Al dedicarse a una persona determinada ¿renuncia el Espíritu a proteger a otras?
- No, pero lo hace con ellas de una manera menos exclusiva.

494. El Espíritu protector ¿está inevitablemente unido al ser confiado a su guarda?
- Con frecuencia suele suceder que ciertos Espíritus abandonen su posición para cumplir diversas misiones. Pero en tal caso son sustituidos.

495. El Espíritu protector ¿abandona a veces a su protegido, cuando éste se muestra rebelde a sus consejos?

- Se aleja de él si comprueba que sus consejos son inútiles y que la voluntad del individuo es proclive a someterse al influjo de los Espíritus inferiores. Pero de ningún modo lo abandona por entero, sino que siempre se hace escuchar. Entonces es el hombre quien cierra sus oídos. Y el Espíritu vuelve tan pronto como se le llama.


Una doctrina hay que debiera convertir a los más incrédulos, por su encanto y dulzura: es la del ángel de la guarda. Pensar que tenéis junto a vosotros a seres que os son superiores y que están permanentemente ahí para aconsejaros y sosteneros, para ayudaros a ascender la áspera montaña del bien; que son amigos más seguros y abnegados que las amistades más íntimas susceptibles de ser contraídas en esta Tierra, ¿no es acaso una idea muy confortadora? Tales seres se encuentran allí por orden de Dios. Él les ha puesto cerca de vosotros y ahí permanecen por amor a Él, cumpliendo a vuestro lado una bella aunque penosa misión. Sí, sea donde fuere que os halléis, él estará con vosotros: prisiones, hospitales, antros del vicio, soledad, nada de esto os separa de ese amigo a quien no podéis ver pero cuyos más tiernos impulsos y sabios consejos siente y escucha vuestra alma.

¿Por qué no conocéis mejor esta verdad? ¡Cuántas veces os ayudaría en los instantes de crisis! ¡Cuántas veces os salvaría de los malos Espíritus! ... Pero en el día supremo este ángel del bien tendrá que manifestaros: “¿No te lo dije? Y tú no lo has hecho. ¿No te señalé el abismo? Y tú te despeñaste por él. ¿No te hice escuchar en tu conciencia la voz de la verdad? Y ¿no seguiste, en cambio, los consejos de la mentira?” ¡Ah! Interrogad a vuestros ángeles de la guarda. Estableced entre ellos y vosotros esa tierna intimidad que entre los mejores amigos reina. No penséis en ocultarles nada, porque ellos tienen la vida de Dios y no podréis engañarlos. Pensad en el porvenir: tratad de avanzar por ese camino, y con ello vuestras pruebas serán más cortas, vuestras vidas más dichosas. ¡Ea, hombres, tened valor! Arrojad lejos, de una vez por todas, los prejuicios y las segundas intenciones. Tomad por la nueva senda que ante vosotros se extiende. ¡Marchad, marchad! Tenéis guías: seguidlos… No puede faltaros la meta, puesto que esa meta es Dios mismo.

A aquellos que pensaran que es imposible para los Espíritus realmente elevados sujetarse a una tarea tan laboriosa y de todos los instantes, les diremos que nosotros influimos sobre vuestras almas aun estando a muchos millones de leguas de vosotros. Porque para nosotros el espacio nada significa, y aunque residamos en otro mundo nuestros Espíritus conservan su relación con el vuestro. Disfrutamos de facultades que no estáis en condiciones de comprender, pero tened la certeza de que Dios no nos ha impuesto una tarea que exceda a nuestras energías, y que no os ha abandonado a vosotros mismos en la Tierra sin amigos ni amparo. Cada ángel de la guarda tiene su protegido, por el cual vela, como vela un padre por su hijo, y es feliz cuando le ve marchar por el buen camino. En cambio, solloza si son desdeñados sus consejos.


FUENTE: EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS 



















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