lunes, 18 de mayo de 2015

CIRUGÍAS ESPIRITUALES




PACHITA MATERIALIZABA ÓRGANOS PARA SUS TRASPLANTES

De todos los cirujanos psíquicos a los que investigué, Pachita es la más espectacular. Cuando la conocí en México tenía ya sus años, pero continuaba con una actividad vertiginosa. Ella operaba con los ojos cerrados, según ella “porque el hermanito Cuauhtémoc” tomaba posesión de ella cuando entraba en trance.

El primer paciente del primer día que llegué, era un anciano que tenía un tumor cerebral. Cuando estuvo tendido en la mesa de operaciones, Pachita le hundió el cuchillo en el temporal izquierdo como unos cinco centímetros. Luego me dijo: “Aguante el cuchillo, padrecito”. Y enseguida añadió: “Abra un poco”. Se refería a que yo retorciese un poco el cuchillo de modo que la herida se abriese un poco. Hice lo que me pedía y noté la dura resistencia del hueso. El enfermo daba señales de estar sintiendo dolor, porque se quejaba y se retorcía algo. Ella le dijo que aguantase un momento porque pronto acababa. Entonces metió unas tijeras por la brecha y sacó unos pequeños filamentos. Después me dijo: “Vaya sacando, poco a poco”. Así lo hice. Después vi cómo el doctor Castellanos –un médico muy prestigioso que con mucha frecuencia la ayudaba en las operaciones— juntaba todos los algodones que había previamente colocado alrededor de la herida, y cuando hubo limpiado bien la sangre, en el cráneo calvo de aquel hombre no había ninguna cicatriz.. En verdad, yo no estaba preparado para tanto y estaba todavía en proceso de aclimatación anímica y visual para algo que esta a más allá de toda lógica. Por eso en los primeros momentos y durante toda esa primera operación estuve como aturdido, tratando de explicarme lo inexplicable y haciendo una autoinspección de mi mente, preguntándome si yo no estaría hipnotizado, sugestionado o algo por el estilo.

A Pachita la vi hacer auténticas operaciones imposibles, entre ellas, crear de la nada piezas para sus trasplantes.

En cierta ocasión llevé a Hans Bender profesor de parapsicología de la Universidad de Friburgo a que presenciara los fenómenos de Pachita; y tambien al doctor Hiroshi Motoyama de Japón. Andrija Puharich también la conoció. Jacobo Grinberg es, posiblemente, la persona que más tiempo estuvo con ella y, en muchas ocasiones, hablamos de lo que ocurría en su mesa de operaciones.

Salvador Freixedo



















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